
Cuando nos propusieron jugar a eso, no nos lo podíamos imaginar -como el lema de Montecelo-. El domingo por la tarde nos fuimos a comer a la playa de Ponte do porco y, después de la sobremesa, nos llevaron a una ensenada donde colocaron dos aros flotadores y nos distribuimos en equipos de tres por kayak -dos reman y uno coge la bola-. Los partidos fueron espectaculares. Alucinante!